Es muy extraño escribirte

Ya hace un mes que te fuiste con todas las historias que nunca supe de ti y todos los relatos que escuchaste de mi.

Estaba haciendo el boceto de esta catrina, cuando recibí la noticia de tu partida. ¿Fue a caso una broma del universo o un modo de anunciarte ante mi a pesar de la distancia que habíamos tomado?

La última vez que hablamos, te conté de la primera muerte que vi; una mujer tendida en una camilla de ambulancia, tapada en una sábana blanca mientras salía del hotel en el que estaba viviendo.

-Creo que apliqué la de contarte todos mis traumas en el último momento de la sesión, como el meme-

Oí tu risa, aquella que había odio solo un par de veces -Aplicaste el meme muy bien, pero podremos hablarlo más a fondo la siguiente semana-

Jamás llegó ese día.

Pero puedo decirte que tengo tu voz en mi cabeza cuando la culpa me invade

-¿Ya te oíste? nuevamente es el elemento de la culpa- Me decías

-Ahora que lo dices, me imagino la culpa como bolitas de colores que se pegan a ti y por más que te sacudes se quedan ahí… Creo que tengo que escribir un cuento de eso- y escuché tu risa e hizo armonía con la mía.

No sé si ese elemento de la culpa, como me decías, vuelve a resonar en mi cabeza a raíz de tu muerte o simplemente se volvió una voz con la que he aprendido a vivir y rara vez la escucho.

También te haces presente en mis momentos creativos, de las veces que te contaba mis ideas novelescas y las comentábamos, como si tu fueras la co autora de mis historias.

He de confesarte, que nuestra última conversación resonó en mi gen escribano, he hice un relato de aquella mujer que vi partir del hotel. Hubiera sido interesante saber que opinabas.

Mis secretos yacen contigo en el más allá y soy la única responsable de contarlos o no nuevamente, pero lo que más me duele, es que todo lo que supe de ti, no fue por tus labios, si no de los corazones al rededor tuyo que te amaron. Y vaya que lo fuiste, porque ahora hueles a mil flores.